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1 de julio de 2011

Querido Timoteo... Parte 1

San Timoteo(a la derecha) era un discípulo de san Pablo, que éste conoció en sus viajes y de quien quedó tan impresionado por su fe que lo llevó consigo. Tenía un gran conocimiento de la Biblia y de la Tradición, y fue educado en la fe por su abuela Loide y su madre Eunice. La historia cuenta que Pablo lo dejó como obispo en Éfeso, donde convivió con San Juan en la vejez de éste, y murió ya anciano, lapidado por un grupo de paganos a los que trató de predicarles en medio de una procesión.
Lo que nos interesa aquí de Timoteo era su edad. No sabemos cuántos años tenía al ser nombrado como encargado de la iglesia de Éfeso, pero en las dos cartas que San Pablo le escribe(una después de partir a Macedonia, otra cuando estaba cautivo) le menciona como un joven. Por ende, muchas de las páginas que san Pablo le escribiese a quien llamó su "verdadero hijo en la fe" se aplican también a nosotros, como cristianos y seguidores de Cristo.

¡A practicar deporte!
En la Primera Carta a Timoteo, san Pablo empieza hablando acerca de cómo ya iban apareciendo falsos maestros en la primitiva comunidad cristiana, que declaraban, entre otras cosas, que el matrimonio estaba prohibido, así como muchos alimentos. San Pablo aclara la doctrina de la Iglesia, y entonces le escribe a Timoteo:

"Si explicas estas cosas a los hermanos, serás un buen servidor de Cristo Jesús, alimentado con las enseñanzas de la fe y de la sana doctrina que has seguido. Rechaza las fábulas esotéricas, verdaderos cuentos de viejas, y dedícate a la piedad como a tu deporte. Pues el ejercicio del cuerpo no es de mucha utilidad; el ejercicio de la piedad, en cambio, es útil sin lugar a dudas, porque Dios le prometió la vida, tanto la presente como la futura.
Aquí tienes una doctrina segura en la que puedes confiar: sufrimos y luchamos porque tenemos nuestra esperanza puesta en el Dios vivo, salvador de todos los hombres, en especial de los creyentes. Recomienda todas estas cosas y enséñalas". 1 Tim. 4, 6-11

¿Qué significa esto para nosotros, jóvenes como Timoteo pero en el siglo XXI? Es indudable que nunca antes el mundo estuvo tan comunicado. Internet, televisión, radio... Y es menester que en medio de todo esto, sepamos descubrir qué es la verdad, qué es lo bueno, qué nos puede hacer felices y qué no. Que sepamos en qué podemos confiar. Y Aquel en quien podemos confiar es Cristo Jesús, quien nos amó con tal ternura, hasta el extremo de dar la vida por nosotros.
Conviene, pues, el "ejercicio de la piedad". Piedad significa gran amor, amor intenso, ternura. La piedad, pues, se refiere a que aprendamos a amar a Dios, que aprendamos también a dejarnos amar por Él. Y sí, es un ejercicio, es un deporte. Requiere disciplina, requiere aprendizaje, y requiere entrenamiento. Así como al empezar a practicar un deporte somos más malos que la gripe porcina, y conforme vamos avanzando logramos dominar las habilidades necesarias para el desarrollo del mismo, así también es menester para amar a alguien, ¡incluso a Dios!, el que lo vayamos conociendo, poco a poco, hasta que sea parte de nuestra vida. Y dice el apóstol: "el ejercicio del cuerpo no es de mucha utilidad" no como el de la piedad. Explico: Si ejercitamos nuestro cuerpo, mejoramos nuestra salud, nuestra resistencia, incluso a veces nuestro aspecto... Pero todo eso se va a acabar con nuestra muerte. El ejercicio de la piedad indudablemente mejora nuestra salud espiritual, nuestra resistencia a la desesperación(armándonos con esperanza y confianza) y nos permite acceder a una vida plena, una alegría que se nota a leguas. Y no se acaba con nuestra vida en este mundo, sino que nos permite tener acceso a una vida mejor, a la vida eterna.
Si aprendemos a amar con ternura a Dios, con piedad, y logramos alcanzar la vida eterna, ¡cuán felices seremos entonces! Pues compartiremos la eternidad, el tiempo sin término, sin pasado ni futuro, solo un presente inmeso, con Aquél a quien amamos y quién nos ama más que nadie en el mundo.
Pero no solo eso... Así como los deportes se practican en público, para dar a conocer a la gente la disciplina del atleta y despertar en ellos las ansias de aplicarse también al ejercicio, así también debemos manifestar ese amor a Dios, esa piedad, en nuestra vida, para que los demás, al contemplarnos llenos de Cristo, apacibles aún en las más violentas tribulaciones, ansíen también ese tesoro hermoso que hemos encontrado, y que recibe por nombre Cristo Jesús.

El Señor los bendiga a todos. Continuará...

Querido Timoteo... Parte 2


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